28 may. 2009

La baronesa rampante


El barón rampante, p. 128:
"Las empresas que se basan en la tenacidad interior deben ser mudas. Por poco que uno las manifiesta o se vanagloria de ellas, todo pierde sentido e incluso se vuelve mezquino".

Lo que quería decir Cósimo, el personaje central del libro, no podía expresarlo con palabras sino viviendo como vivió. Un buen día se fue a vivir a los árboles. Nunca bajó.

La foto de La baronesa rampante la tomé en la plaza Virgilio.

25 may. 2009

Querido diario


Tengo un problema. Uno de mis hermanos es publicista. El otro era pedófilo. Y digo era porque lo ajusticiaron con un balazo en el entrecejo. De un momento a otro mi madre desvarió y mató a una de mis hermanas, justo antes de suicidarse. Carmen -la menor que aún vive- vende droga para inyectarse noche y día. Así consigue su dosis a mejor precio. La última vez que la vi parecía un cadáver, o el fantasma de un cadáver. Da igual.

Por fortuna encontré al amor de mi vida. Hace unas semanas salió del Comcar, luego de cumplir una condena de cinco años. Ella dice que no hizo nada, que la metieron por error. Menos mal, porque le voy a proponer matrimonio. En fin, para decirlo de una vez por todas, ¿con qué cara le explico a ella que mi hermano es publicista?

13 may. 2009

Arriverderci


Sin pensarle tres veces, me voy en bici a Pan de Azúcar. Siento la necesidad de dejarme llevar sin planear demasiado y cargo lo mínimo indispensable en la mochila. En el camino hago una parada en los boxes de Cecilia: Saludo, provisiones, ¿llevás protector?, buenviaje.

No corro. Recorro. Voy a media marcha y recién en el km. 25 empiezan las lomas pronunciadas. Poco a poco la cosa se complica y sopla un viento en contra bastante manso. Me hago la promesa de no bajar de la bici ante ningún repecho. La cumplo.

En la foto, el primer avistamiento. Km. 85.
El viaje de 106 km. dura cinco horas y cuarto.
Por desgracia entiendo el dicho colorado como huevo de ciclista.

Retrocede dos casilleros

En el camino a Pozos Azules pincho la bici y pierdo un turno. Durante la intervención qirúrgica echo mano a la llave 15 para amputar la rueda, tomo los desmontables de cámara, extirpo el agente nocivo, lijo, aplico solución, pego el parche, vuelvo a colocar la rueda, y dale que dale al mini-inflador.

No eran azules.

Arriba

En la mañana arranco hacia el cerro Pan de Azúcar, pero por un camino equivocado. Algo adrede, por cierto. Salto el alambrado y me encuentro con una vegetación espesa, infranqueable a golpe de vista (foto). Pienso otra alternativa, y para entonces se mueven algunas ramas. Son vacas.

Sigo su rastro y encuentro un camino estrecho, con poco más de un metro de altura. En cierto momento desaparece el trillo y parece que no hay con qué darle, hasta que zigzageo y doy con otro camino. Entre zancada y zancada me escabullo entre los cardos. Llega un momento en que todo está tupido de espinas y hay que juntar valor. ¡Zas! La rodilla se despelleja y me vienen ganas de putear con eco. ¡Zas2! ¡Zas3!. Me cago en la raíz cuadrada de tres.

Cantaba Zitarrosa: "No eches en la maleta lo que no vayas a usar. Son más largos los caminos pa´l que va cargao de más". De más está decir que me arrepiento de no haber llevado pantalón largo.

Abajo

Nada como llegar a la cima y sentarse a descansar sobre un roca mientras los ojos se salen de las órbitas. Entonces saco los poemas del abuelo Martín y los leo por primera vez desde su muerte. Mientras tanto, los árboles gimen.

Siempre supe que los iba a leer ahí. Desde que tengo conciencia, en cada uno de sus cumpleaños El póstumo (ese era su seudónimo) anunciaba con ironía y sencillez la cercanía de la muerte, sin que nadie lo tomara en serio. Hace mucho, entre una turba de parientes y amigos, lo escuché decir que la vejez era perjudicial para la salud. Hoy lo recuerdo y me vuelvo a reír.

Tenía 94 años.

¡Qué salado, Pan de Azúcar!

Wilson y Celia son marido y mujer. Además, son propietarios de la Posada del Calé, ubicada frente a la Plaza 19 de abril (Félix de Lizarza, esquina Lavalleja). Una posada sumamente económica que incluye todo lo indispensable, además de un trato cálido y generoso. Ahí se siente, por un instante, que el hogar está en todas partes.

Poco antes de irme Wilson menciona que sus antepasados hospedaron al naturalista Charles Darwin en una visita que hizo en 1832. Un libro de arqueología y el mural de la imagen lo prueban. Antes de volver a Montevideo nos sacan una foto.

Celia hizo gestos de que no:
-Sacala sin zoom. El zoom engorda.

5 may. 2009

Porque ella lo vale


10 de mayo, día de la madre. 5 de mayo, día en que el hijo siente culpa por no haber pensado antes el regalo. Sin saber cómo, me encuentro con el aviso de un shampoo que ataca el problema del cabello frágil y reseco. Es un producto innovador testeado en 5000 chimpancés, de los cuales el 76% constató un cabello reconstituido y nutrido. Sin exagerar, es el mayor acontecimiento del siglo. El regalo ideal para mamá. La publicidad promete un exquisito perfume de arándanos con extractos de colmillos de tigre dientes de sable que, según aclara, actúa como energizante folicular que penetra en el interior de la fibra capilar. Absorto en mis pensamientos, imagino a este tigre masajeándose la cabeza con la yema de los dedos, mientras un montón de espuma revela su hermoso pelaje, brillante y sedoso. Trago el exceso de saliva y una sensación de embeleso tan inexplicable como imprevista invade todo mi cuerpo.

¡Funciona!, pienso. Sin embargo, algunos incrédulos necesitan argumentos racionales para concretar la compra. Buscan términos anglosajones que reafirmen su decisión: Dermo-expertise, Volume Control con Hydra-Guard, Soft-Bronzer, y cosas por el estilo. Son los mismos que se jactan de adquirir productos con sustancias indescifrables: Hydroxyaoatite (Pro-Calcio), colágeno peptídico, nanósferas de coenzima Q10, Silicona Exotilada... Pero los colmillos de tigre diente de sable son distintos. ¡Los conozco de las películas! Algo así no puede ser fruto de una publicidad embustera.

Estoy en la góndola, indeciso entre el shampoo del aviso y otro con extractos de algas amazónicas. Saco cuentas mentalmente y concluyo que invierto menos de lo que vale el producto. Es la perfecta relación calidad-precio. Un chimpancé promotor, peinado a raya al medio, insiste en que su shampoo es mejor. "Porque ella lo vale", balbucea una y otra vez. Su carisma logra persuadirme y desembolso una suma importante de dinero. En cualquier caso, es mi madre. Merece esto y mucho más.

Inspiración (y exhalación)


La frase la saco de Me olvidé de decirte, cambió el brief:
"Durante la Navidad en las oficinas de Ogilvy & Mather en Nueva York, David Ogilvy presentó los resultados de una investigación en la que se había preguntado a los creativos dónde tenían sus mejores ideas. El 80 por ciento respondió que las tenía en el baño, así que David decidió mejorar los baños".

La anécdota es atractiva para todo aquel que trabaja en el mundo de las ideas. A lo que voy: para obtener más y mejores ideas hay que saber en qué instancias somos más propensos a generar ideas, y exprimirlas. Por mi parte, al correr y en la ducha. Lo que se favorece, también, porque una viene después de la otra. La anécdota sucedió mientras corría la Nativa pasada de 10 Km. Pensé: ¿Qué pasaría si un correo privada contratara a un corredor profesional y lo disfrazara de cartero para ganar la carrera? De inmediato saltó el Pesimistas uruguayus y asesiné la idea: ¿Qué hay si pierde? Tiempo después veo un calco de DHL (¡clic!) y no lo puedo creer. Debo reconocer que el cierre genial de la entrega del medallero no se me ocurrió y me despierta cierta envidia sana.

Tampoco voy a negarlo. Hasta el día de hoy me pregunto qué podría haber sucedido en caso de que alguien le hubiese ganado al courier, o en caso de lesión, o en caso de...
Pesimistas uruguayus.