
Me pregunto quién será el fogonero que encienda y apague ese farol de 8.650.000 trillones de watts (vamos, hasta suena científico el dato). Quizá simplemente sea un trabajo rutinario que consista en manipular un interruptor. Quién sabe, dos opciones: on y off. Juego de niños.
El girasol o mirasol es una flor astronómica. Este sabueso fiel sigue a su dueño desde el alba hasta la noche. No le quita la mirada de encima, esa mirada cíclope que lo caracteriza. Hasta podría decirse que está en las buenas y en las malas.
Si bien fue invento de Dios, no he escuchado ninguna mención biblica de su existencia. ¿Acaso Dios se volvió en su contra! Acaso no pudo aceptar que su creación lo haya abandonado por un sentimiento panteista; que haya seguido al gran becerro de oro: al astro rey (no, no es Maradona). Desterrado del cariño divino, el girasol vive en un mundo que no es el suyo, al igual que tantos otros. No es de la tierra, sino del Sol. Es así que durante las mañanas se levanta a escuchar el pregón del Maestro de los mechones dorados.
¿Qué misión tendrán encomendada? ¿Protegernos de la guerra petrolífera?
Santo Bio Diesel,
ruega por ellos.