29 oct. 2009
24 oct. 2009
Instructivo para botar
Mañana los orientales van a las urnas. Algo más de dos millones y medio de personas habilitadas para votar inflan el pecho y demuestran su sentido cívico. Y si no, a joderse, porque el voto es obligatorio y la multa cuesta $430.
¡Atención! No es mi interés promover la anulación del voto -lo cual supone un delito electoral- sino responder al pedido de una lectora y describir posibles clases de anuladores. Por eso, a continuación todo aquel que ha decidido invalidar el voto puede obtener una paleta variada de sugerencias al momento de entrar al cuarto secreto.
1) Anulador mafioso: nada mejor que anular el voto con discreción, para que parezca un accidente. Basta con introducir la lista junto a la bolsita transparente que suelen entregar los partidos políticos. Del mismo modo, puede incluir una lista partidaria de otro departamento diferente al de su lugar de votación o realizar un rayón sutil al margen de la lista. Su voto dormirá con los peces.
2) Anulador Teleshopping: con todos los medios expectantes, se genera un campo propicio para despertar a esta clase de anulador que a toda costa intenta pautar publicidad sin pagar. Suele identificare por frases del estilo "Vendo Honda Civic por viaje. Una ganga. 099 497 432".
3) Anulador indeciso: este anulador se identifica como un indeciso de pura cepa. No pretende afiliarse al Partido Independiente o a aquellos políticos que se jactan de ser igual que él. De modo que inventa la lista del Partido Indeciso que más desea. Incluso puede postular candidatos y lemas (ejemplo: Esperanza Frustrada, etc.).
4) Anulador sensible: los emos han dado lugar a un anulador que suele dejar su huella en cada instancia electoral. Esto se refleja en citas poéticas, artesanías, o fetas de salame cuidadosamente enrolladas. Dentro de esta clase suele observarse otro subtipo, el anulador narcisista. Se lo reconoce fácilmente porque aprovecha toda instancia para dar a conocer algo de su autoría, junto a la firma y el usuario de fotolog .
5) Anulador fan: partiendo del supuesto de que ningún político lo moviliza más que el póster de un famoso que tiene colgado en su cuarto, este anulador reafirma su condición de admirador con una simple foto del actor, músico, modelo o referente de turno. Si se pone quisquilloso, incluso puede incluir el número de socio del club de fan.
6) Anulador altruista: a decir verdad, es el único que se solidariza con los funcionarios de las mesas de votación. Entiende lo mal que debe sentirse alguien por trabajar un domingo, y está dispuesto a utilizar el voto como una encomienda hacia el presidente de mesa.
7) Anulador aprovechador: surge como una corriente opuesta a la anterior. A diferencia del altruista, este energúmeno se beneficia de los funcionarios, puesto que al estar todo el día clasificando listas, les deja algo más para que ordenen: pares de medias, facturas por fechas de vencimiento, etc.
Así que uruguayos, a votar.
Y anuladores, a botar.
18 oct. 2009
Efervescencia
Los tiempos cambian, como cantó Bob Dylan. Cambian tanto que no sé qué pensar: en la tanda comercial no deduzco si nueve de cada diez odontólogos recomiendan a un político bien blanco o si un servicio financiero asegura tranquilidad a cambio de un voto. A diestra y siniestra se entreveran las cosas y no atino a distinguir si promocionan un auto que brinda Un rumbo seguro o si el Frente Amplio viene con amortiguadores para evitar sobresaltos a futuro. Desde el vamos me marean. No sé si hablan de sujetos de derecho o si exponen derechos del consumidor. Las cosas, así como las pintan, me hacen creer -aunque espero equivocarme- que las políticas sociales no son más que gestos de responsabilidad social empresarial de los partidos políticos...
A una semana de las elecciones nacionales, el panorama se pone efervescente. Y no es por la Coca Cola.
Entre tantas, dejo diez
Siempre que te pregunten qué tal estuvieron las clases de publicidad durante la carrera, responderás lo mismo: flojas. Será que el mejor aprendizaje no lo obtuviste ahí, sino en libros, pateando la calle, o en alguna que otra charla. Evidentemente, te hubiese gustado que algún docente te marcara con alguna de estas frases:
1) Xavi Garcias: "La publicidad mediocre le gusta a todo el mundo porque no ofende a nadie. Una idea normal es más resistente que una muy buena idea. Y la gran idea es débil, es indefensa porque nadie la puede percibir. Su novedad aterra".
2) Dan Wieden: "Los mejores encargos son aquellos que encuentran una gran pregunta y no la respuesta a la pregunta. La mejor estrategia es una pregunta bien definida".
3) Charles Thompson: “No hay nada más peligroso que una idea cuando es la única idea que uno tiene”.
4) Hernán Ponce: “Cuando un cliente me dice que haga esto y esto, entonces le digo: Entonces, ¿qué es lo que necesitás de mí?”.
5) Taxista: “Gurí, mirá que sin oruga no hay mariposa”.
6) Mike Wells: “La creatividad es como hacer ejercicio. A más ejercicio, más energía hay para ejercitar. Cuando estamos cansados, la mejor forma de obtener energía es a través del ejercicio, y la energía expansiva crea energía. Descansar no crea energía”.
7) Enrico Bonomini: “Cuando escuchás las ideas de otras personas, tenés que ser capaz de prestar la suficiente atención como para rescatar la chispa que hay entre tanto caos. A veces las ideas están camufladas, juegan a las escondidas”.
8) Miguel Ángel: “Para hacer una escultura solo hay que sacar del bloque de mármol todas las partes que sobran”.
9) Steve Simpson: “Creo que lo mejor para vender algo al cliente es invitarlo a conocer el proceso que te llevó a crear eso. Así entiende que la idea no se te ocurrió en un instante, sino que involucró mucho pensamiento para llegar hasta ahí”.
10) Sebastián Wilhelm: "Hay que creer en uno mismo, sin creérsela".
8 oct. 2009
Así nos conocimos
Las pericias realizadas por inexpertos indican que la hipótesis más firme sobre el origen de mi vocación publicitaria se remonta a los seis años de edad. En aquel entonces la cebolla no me hizo llorar, sino todo lo contrario. Cenábamos con la familia en la antigua casa de abuela. El menú era figazza. ¿Y el postre? Figazza. Como me oponía rotundamente (podía con todo, menos con la cebolla) me escapé al zaguán. Papá se sentó a mi lado. Yo tenía el ceño fruncido y nada de lo que él dijera iba a cambiar mi parecer. ¡Que no quiero cebolla! No, no y no.
Se mostró afligido. Al parecer había conseguido la receta oficial de la pizza de las Tortugas Ninja. Yo sabía que eso no era cierto, pero sacó tantas palomas de la galera que logró seducirme. Ese dibujo animado era mi talón de Aquiles. Me vi tentado y probé figazza por primera vez. Desde ahí amo la cebolla. A lo que voy es que papá necesitaba una Celestina para presentarnos: Anonetoy-Cebolla, Cebolla-Anonetoy. Hola. ¿Qué tal? Mucho gusto.
La publicidad es la Celestina. Ella conoce al novio y la novia, así como sus ventajas y necesidades. Pretende acertar el flechazo para que algo despierte entre ellos. Quizá por eso se nota el amor que hay puesto en la publicidad bien hecha. Hoy escucho que hablan de redes sociales, paridad de productos, prosumidores, esto y lo otro, pero el secreto para vender sigue siendo el mismo: seducir, emocionar, acercar. Todo se reduce a eso.
Aclaración: descubrí que cualquiera puede escribir sobre la buena publicidad. Lo difícil es saber escribir un buen aviso.
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