Miguel Ángel, moreno de rostro cándido y curtido, habla de su otra chica y, al igual que una paloma, saca pecho. Despojándose de su esposa como quien se saca el gorro al entrar a un lugar desconocido, se olvida de ella para hablarme de Ella. Para colmo su mujer lo sabe pero no se queja. Mientras tanto, ladeándose sobre el tronco erguido de la dama, insiste en que no es celoso y acaricia las cejas de la chica escuálida.
Aunque no puede competir con ómnibus físicoculturistas que intentan arrebatarla de sus brazos; dos candados le bastan a Miguel para protegerla de los babosos que andan por ahí. Con el ceño fruncido se abalanza presuroso, dejando de lado su veta romántica –Por lo menos así tengo más tiempo para agarrarlos-. ¿Con las manos en qué?, pensé, mientras lidiaba con una alergia primaveral. Prácticamente es un intangible (y con esto exagero). Además no usa bronceador y la piel se ha convertido en un verde claro desteñido por los tormentos y tormentas de la vida.
–Si fuera por mí, la tendría toda prolijita- agrega reconociendo que su situación económica le impide consentirla. Desviando mi atención de la conversación trato de captar Su nombre, pero algo me dice que no es ninguna Trek o Graziella de sangre azul. De reojo, por miedo a quedar evidente, contemplo Su hermosura.
El sillín reveló la duda: SilBana -nada de Silvanas-. Me apena recordar las palabras de Miguel que taladraban mi cabeza mientras su rostro se alejaba:
“Si me la roban, me cortan las piernas”.
Aunque no puede competir con ómnibus físicoculturistas que intentan arrebatarla de sus brazos; dos candados le bastan a Miguel para protegerla de los babosos que andan por ahí. Con el ceño fruncido se abalanza presuroso, dejando de lado su veta romántica –Por lo menos así tengo más tiempo para agarrarlos-. ¿Con las manos en qué?, pensé, mientras lidiaba con una alergia primaveral. Prácticamente es un intangible (y con esto exagero). Además no usa bronceador y la piel se ha convertido en un verde claro desteñido por los tormentos y tormentas de la vida.
–Si fuera por mí, la tendría toda prolijita- agrega reconociendo que su situación económica le impide consentirla. Desviando mi atención de la conversación trato de captar Su nombre, pero algo me dice que no es ninguna Trek o Graziella de sangre azul. De reojo, por miedo a quedar evidente, contemplo Su hermosura.
El sillín reveló la duda: SilBana -nada de Silvanas-. Me apena recordar las palabras de Miguel que taladraban mi cabeza mientras su rostro se alejaba:
“Si me la roban, me cortan las piernas”.
16 comentarios:
Estás muy crecido. Y me alegro.
Tu plantaste la semilla, y de a poco va dando sus frutos.Igual, no tengo apuro. Se te extraña Eresfea
¡¡¡Uuu me hiciste entrar!!! Muy bueno. Felicitaciones.
Yo tengo una gris. Con cuernos. Hermosa. Pero algo cascoteada. Y la Otra, está pinchada...
Yo tengo una viejita y sorda. Como no escucha que vienen autos, frena a medias. Un día me va a matar.
Pobre loco, por fin te hice entrar... al blog.
Buenas.
Creo que han sido varios los que entraron con este relato...
¡muy bueno!
Besos.-
Alguien dijo por ahí que sólo se enamoran los que "andan" y no corren en bici...entonces, quien sabe andar en bici sabe apreciar otras tantas cosas.
Saludos
muy bueno, interesante eso de silbana, jaja.
Salú!
Anonetoy: te leo siempre. Ya que les gustan los dobles sentidos debo decir que la mía tenía muy buenas gomas, pero de atrás estaba medio picada de más. Ahora es de mi hermano, pero creo que de vez en cuando la monta un vecino.
Pobre loco, te faltó decir que la habías pinchado. Muy guarro. Tu reputación ha caído...
Publi freak, ¿Coca Cola te paga por el chivo?
¿Pobre loco?
Creo que alguien se le infiltró en el blog. Espero. Creo que esto de tener tarjeta de crédito ilimitado te está cambiando.
Al, el otro día miré con lujo de detalle los cuernos de tu bici. Hermosos.
Sí, debo cuidar las formas. Caí en la tentación. Al, vos me levantaste el centro, yo solo entré de cabeza.
Los cuernos están al gas. Nunca los uso. Son una cuestión de imagen. Además, hay uno que está roto. (No sé por qué, ya que nunca los uso).
El domingo, a las 8 a.m., pasé por la puerta de Trek. Cuando no sepan qué regalarme...
Ja, no pactamos off the record Pobre loco. Pobre, te tengo agarrado por los... ¿pedales?
El otro día paré en una roja y frenó una Trek es-pec-ta-cu-lar. Le pregunté el precio y el tipo me dijo tranquilamente la suma de 3000 dólares.Al, me imagino que tu comentario iba dirigido al "señor obsenidad" que saca guita a paladas en OCA. Yo soy un modesto pasante.
¿Le preguntaste, en pleno semáforo, cuánto salía su bicicleta? Eso es medio de chorro...
Pocos inventos humanos más eficaces y más bonitos que la bici.
Y ahora confieso que tengo la mía mugrienta y chirriante. Pero así en las cuestas pienso que el problema está en la cadena seca.
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