26 oct. 2006
Reloj solar
Ayer dormí en la azotea. El calor me rompía la crisma. Un poco de agua en la nuca evaporó la molestia. Éramos, en orden ascendente, el colchón de hormigón, la almohada mullida, Anonetoy (al igual que Maradona, tercera persona) y la frazada. La simple idea de dormir en posición fetal era en vano; me rompía la cadera. Boca abajo el teclado se desafinaba. Ergo, boca arriba y... Zas, fin del problema.
La paz era general. El Iodo marino sedaba la visión, no había rastro de mosquitos devoradores de dedos gordos, y el recolector de basura dio la última campanada. La calidad del hotel empeoraba con el paso del tiempo. Las nubes, comiendo estrellas, pronosticaban tormenta. Una bandada de pájaros, que a esa altura parecían mariposas, volaba como una flecha lanzada por la tormenta. Se perdió la esperanza de levantarme con el reloj solar. Eso no fue molestia. A las siete de la mañana tuve que despertarme. Se ahogó toda expectativa.
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7 comentarios:
Ante el segundo párrafo, sólo puedo gritar: ¡poeta!
Abrazo.
Me gustó lo de las "nubes comiendo estrellas".
¿Te echaron de tu casa? Cualquier cosa avisame, y te hago un lugar.
Lindo blog. Simpáticos posts.
Besos.
Una nueva lectora... bajo una luna de acuarela.
Al, ahora que me lo decís, ¡son bulímicas! Las comen y después las vomitan.
Gracias Anita por lo de "simpáticos" posts. Es muy gratificante tener nuevos lectores.
Coincido con eresfea, hay una cualidad de contar lo que te rodea de una manera hermosa en este post.
Felis!
La verdad es que el costumbrismo minimalista es realmente lo tuyo, Josa... Tenemos un Benedetti en potencia... ¡ALERTA!
¿Josa? Sick boy, no revele mi identidad secreta o yo revelaré sus trastornos de identidad.
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