12 feb. 2007

King Kong


En la espera previa al toque de Dsus 4, hablaba con Rocío. Esperábamos. Como de costumbre, los músicos no habían ensayado La puntualidad. Algo, o alguien, se asomó a mi/s espalda/s.

-Prendo yate Marte. Ding dong -dijo el extraño de pelo largo.

-¿Ehh? -contesté con tono inquisitivo.
Para ese entonces ya había girado el pescuezo y distinguido al enano de yeso que me hacía la pregunta. Le faltaban el gorrito y Blancanieves.

- Lego jaque mate a Ping pong –insistió.
Me limité a contestar con el gesto universal de Tengo-hambre, que es el mismo de No-te-entiendo. Poco a poco empezaba a interpretar los vericuetos linguísticos del tarzán de Bonsai. Justo por encima de las bolsas de ojeras tenía una mirada cáustica. Cierta avidez maliciosa que no pude comprender. Pero se dirigía a mí, a mis ojos precisamente.

-¡Tengo la que mata a King Kong!
Reiteró el convite y (¡por fin!) lo entendí. Pero esta vez me quedé mudo. El contexto pudo más que el texto.

(Silencio).

Notó la indirecta sepulcral. Y se fue. A lo lejos una jauría de drogadictos lo esperaba. Se acercó, y a modo de reflejo pavloviano, movieron el rabo. Babeaban. Pero nada de eso se comparaba con la energía avinagrada que exhalaba el aliento de esos, sus perritos falderos.

El enanito de jardín no estaba entre el pasto, sino entre la hierba.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El avioncito de la foto es algo verde que te hace volar. ¿Coincidencia con el post?

Lebowski dijo...

No voy a permitir que mis hijos entren a este blog mientras siga esa moraleja ahí.

M.G.G. dijo...

que alguien me la explique porque yo no he entendido nada ¿me habré dejado las neuronas en el otro hemisferio?

Anónimo dijo...

Por lo que veo se trata de alguien que se te acercó a ofrecerte merca, o algo así. Hablaba confuso.
El efecto de los estupefacientes.
Vamos, agarraste una muestra gratis.