1 abr. 2008

El regreso


Llego justo a tiempo. Un aire espeso, resabio de baño químico y sudor, fermenta en la entrada principal. Los rostros expectantes de unos 20.000 creyentes esperan perplejos. Entro en territorio desconocido, pero juego como locatario. Veo cómo su legado se ha diseminado por más de tres generaciones de receptores, y cientos de celulares, como estrellas en una mancha de gente, anuncian el arribo a tierras orientales de Andrés Calamaro. Sí, Diez años después. Me encuentro buscando los retazos de un Calamaro que no me debe nada. A lo alto una nube se acomoda entre la cortina de árboles que cerca el Estadio Charrúa. No distingo si se trata de una nube o del humo de los porritos.

Tampoco hay señal de aquellas tormentas químicas. Estoy ante un anfitrión contracturado. Ayuno, insomnio, fármacos: palabras que ya no integran su vida. Es de esperar que Andrelo esté así de nervioso. Pues sí, todo ha cambiado mucho. Es un niño enamorado, sin cocaína en las narices. Me viene a la mente aquello que dijo: “Es probable que ya haya escrito mis mejores canciones. No es triste darse cuenta de eso”. Por mi parte, no espero nada. Juro que nada de nada. El último disco es lo más cercano a Los Rodríguez. Y eso es bueno. Pero tiene mucho copy & paste de sí mismo. Y eso es malo. Con Loco entra en calor. Ahora está verborrágico y las palabras fluyen a borbotones. Parece un veterano de guerra que desenvaina lo mejor de este Calamaro y del otro (ese que tanto disfruté). En un repertorio atorado de canciones románticas y pícaras, otras en clave cumbia, y mucho de su nuevo proyecto funck/rock, empiezo a saltar. A los golpes abro paso entre la gente y llego al corazón de la tribuna. Con A los ojos y Canal 69 se abre un viejo cajón de nostalgia y orgullo.

Me alejé con los gemelos agarrotados. Ayer no tenía nada que decir, pero me habló. O yo le hablé a él. Da igual. Es que sus canciones siempre han sido un lugar común, con letras que pecan de simpleza y melodías pegadizas que mueven al que se deja llevar. Ayer consiguió mucho con muy poco. Como siempre. Parece que La lengua popular aún tiene mucho que decir.

4 comentarios:

Ignacio Bermúdez dijo...

Güelcome back!

Anónimo dijo...

¿El regreso es de Calamaro o de Anonetoy? Lindo volver a leerte. Beso grande,

Romi

Berenjena Voladora dijo...

La contingencia cybernética me trajo hasta acá...y me encantó tu blog!

Qué bueno que conozco este rincón justo cuando regresás.

Adaré en la vuelta.

Saludos de una verdura violácea.

Anónimo dijo...

Bien, anone! sabía que ibas a volver. Exitos.

Me quedo con Los Rodríguez.